La gesta de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824 sucede a la victoria de Junín del 6 de agosto del mismo año. El 7 de aquel mes de diciembre, tanto el ejército realista como el patriota se preparan para la batalla, tratando de ubicarse mejor en el terreno. Los realistas se posesionan en las faldas del cerro Condorcunca y los patriotas en la Pampa de la Quinua.
A las 9 de la mañana del 9 de diciembre se inicia la Batalla; a la una de la tarde, cuando el virreyLa Serna cae prisionero y herido, Canterac toma el mando del ejército realista y convoca a consejo de guerra, comprobándose que la batalla estaba siendo ganada por los patriotas y que había desbande en las filas realistas. El Consejo de Guerra decide el repliegue del ejército realista, pero las tropas ya no tienen fuerzas ni obedecen a sus jefes, produciéndose rendiciones y huidas. Es que el golpe ya se había dado en Junín. El Mariscal don José de La Mar insta a la rendición de los realistas. Ante la situación calamitosa y ya sin tropas, el general Canterac acepta la rendición, y llega la capitulación.
Hay que destacar que junto a las fuerzas regulares del ejército patriota, sobresale la participación de los MONTONEROS DE CARREÑO, quienes cortan el avance de las tropas de Valdés, cuando las tropas La Mar están en peligro.
Aquí se inmortalizan las palabras del general Antonio José de Sucre, cuando dice: “¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia”, y al final de la batalla, se firma la llamada Capitulación de Ayacucho.
Bolívar, que se encuentra en Lima, no puede contener su alegría y ordena que sirvan champán para los que están presentes. El retrato del Libertador Bolívar es paseado en procesión por toda la ciudad. El Congreso del Perú reunido en sesión extraordinaria le concede al gran héroe de la jornada, general Antonio José de Sucre, el título de Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú en Grado Eminente.
En la Pampa de la Quinua se sella la Independencia del Perú y de toda América. En Ayacucho derraman su sangre peruanos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, argentinos, mexicanos y hasta españoles que creen en la causa de la Independencia Americana.
Sin embargo, el día feriado es el 8 de diciembre. Saque sus conclusiones.
Este es el segundo libro dedicado al pueblo de Matahuasi, viene a ser
un complemento del anterior titulado “Matahuasi: Historia y la danza de los
Auquines”, la acogida que tuvo éste, particularmente en los círculos de estudio
de historia y antropología, nos animó a escribir un nuevo volumen, es decir el
segundo tomo, con el título de “Paisajes de Matahuasi”. Pensamos que con este
nombre el lector puede hacer un recorrido por todos los sitios que conforman
esta parte del Valle a través de la visualización de pintorescos paisajes y
otras escenas, que se insertan en sus páginas. Presentamos en el primer
capítulo un conjunto de un centenar y medio de fotografías de los parajes y
barrios por donde anduvimos de niño, los cuales aún conservan su belleza y
encanto, pero no están todos los que quisiéramos exhibir, como se comprenderá, porque
la tarea es ardua; sin embargo, los que se presentan fácilmente nos dan una
idea general de la hermosura, no sólo de Matahuasi, la “Villa de los nísperos”,
sino de todo el valle del Mantaro, porque todos los pueblos del Jatunmayo son
igualmente bellos.
Presentamos también una
serie de fotografías de grupos formados por matahuasinos, ya en el mismo
terruño o fuera de él, en distintas actividades, las cuales hemos preferido que
sean las más antiguas de las que se ha podido conseguir, y todas con una
leyenda explicativa que encuadra a la escena en su contexto histórico.
Prácticamente todas corresponden al siglo pasado y pueden clasificarse a grosso
modo en fotografías familiares, sociales, religiosas, educativas, deportivas y
de los Auquines; las deportivas cobran mayor importancia, a criterio nuestro,
porque en este rubro Matahuasi ha tenido épocas y estrellas que han brillado en
el firmamento del departamento de Junín y vecinos del centro del país. Las
glorias de los últimos años del siglo XX y hasta el presente serán motivo de una
siguiente publicación.
En seguida, en el segundo
capítulo, se presenta una serie de artículos publicados en varios medios de
comunicación, relacionados directa o indirectamente con Matahuasi, o sea que están
seleccionados sólo los que en alguna forma tienen que ver con nuestro pueblo.
El tercer capítulo trata de un intercambio epistolar, dividido en tres
subcapítulos, el primero se refiere a una correspondencia general, a título
personal, el segundo tiene que ver con misivas intercambiadas como dirigente de
la Comisión del Centenario de la creación política del distrito que abarca
hasta 1998, y el tercero nos concierne como dirigente de la Asociación Cultural
Matahuasi, hasta hace poco tiempo atrás.
El cuarto capítulo está dividido en dos
subcapítulos, en el primero consignamos algunos poemas y canciones dedicados a
Matahuasi, aunque los autores no sean naturales de la localidad, y en el
segundo, con el nombre de Viajeros que han pasado por Matahuasi, nos referimos
a unos ciudadanos que, sin ser matahuasinos, han tenido alguna actividad que
los ha relacionado y hecho permanecer en Matahuasi por algún tiempo,
seguramente hay otros más, pero por ahora nos quedamos con ellos; y,
finalmente, en el quinto capítulo agregamos a la relación que dimos en el libro
anterior como “Personajes en la historia de Matahuasi”, otro grupo que abre el
espectro de ciudadanos notables que en diferente forma han contribuido con el
progreso y prestigio del pueblo.
Matahuasi a lo largo de los
120 años que tiene como distrito ha tenido épocas sobresalientes y hechos
importantes hasta, tal vez, en algunos aspectos pudo haber estado a la
vanguardia de otros pueblos, de lo que ahora no podríamos afirmar que así sea.
Por ejemplo recordando al Dr. Amador Meza Adarmes, un destacado médico que
trabajó entre Jauja y Huancayo y vivió en su tierra, y como buen deportista
compartió con grandes y chicos y tuvo conocimiento de las costumbres y
tradiciones del pueblo y, por lo tanto, estuvo bien enterado de cuántas
ocurrencias. Con él conversamos para hacer la revista que dedicamos al
Centenario de Matahuasi y, entre otras cosas, nos dijo:
En las primeras décadas del
siglo XX en lo que más destacaba Matahuasi era en lo social, por esos años
todos eran nacidos allí y parientes “por angas o por mangas”. El respeto, la
obediencia y la amistad eran las características fundamentales. Si un menor no
saludaba o no le daba la vereda a una persona mayor, éste recriminaba
seriamente al menor y a su padre, por no enseñar las buenas costumbres,
entonces el menor recibía doble sanción de aquella persona mayor y de su padre,
y esta conducta ejemplar se debía a la educación que se impartía por entonces.
En otro aspecto, la
comunicación con Lima y otros lugares importantes, como Satipo, La Oroya, etc.,
se hacía por medio del arrieraje, por eso habían muy buenos criadores de
caballos y mulos, como Justo Cáceres un hombre que medía más de dos metros,
Félix Maldonado, Manuel Oré y Pablo Escobar, entre otros, quienes eran dueños
de muy buenas piaras, lo que ahora sería tener una flota de camiones para el
transporte de carga; estos hombres fueron en realidad los pioneros de la
colonización de Satipo.
En la agricultura y
ganadería también Matahuasi siempre ha estado a la vanguardia en toda la región
central, decía Amador Meza que el primer tractor que llegó al valle del Mantaro
fue a Matahuasi, adquirido por don Julio Aguirre, al respecto hay un
interesante pasaje: por los años 40 cuando un acollino, don Agustín Ortiz
Navarro, uno de los principales productores del valle de Yanamarca, necesitó un
tractor que en Acolla nadie tenía, pensó entonces que podría haber en Jauja,
pero tampoco; en cambio, sí había en Matahuasi, entonces don Agustín alquiló el
tractor de Aguirre, con lo cual sorprendió a sus paisanos, tecnificando el agro
y mejorando su producción. Asimismo, el primer carro que llegó al Valle fue a
la “Villa de los nísperos”, el camión de Tiburcio Zúñiga, la primera fragua fue
puesta en uso por los años 20 por el italiano Eugenio Callegari que se casó con
una matahuasina, y el primer grifo entre Jauja y Huancayo fue instalado en
Matahuasi por Genovevo Pérez Yupanqui.
Frente a estos
acontecimientos prodigiosos hay hechos negativos que el Dr. Meza recordaba con
amargura, diciendo que a la mayoría de las autoridades nunca les interesó
Matahuasi, pero sí todos vivieron sirviéndose del pueblo; de lo contrario,
cuántas cosas se hubieran hecho y no se habrían destruido portentosas obras
como la monumental iglesia colonial, el cabildo, la casa conventual, la plaza
menor que era la plazuela, el empedrado de la calle Real, la torre de la legua,
el molino hidráulico de la Comunidad, el local del Club de Tiro, la estación
del ferrocarril, el Tambo de Maravilca, el Qhapaq Ñan o Camino de los Incas,
etc.
Todos los pueblos, por
pequeños que sean, tienen su historia, tienen tantas bondades que ofrecer a sus
hijos y al visitante, pero si no hay testimonio escrito de su pasado, se pierde
en el olvido. Esta es la razón por la cual hacemos el esfuerzo para dejar a las
generaciones presentes y venideras el mensaje del pueblo de Matahuasi, de su
aporte a la historia nacional, a través
de sus paisajes y fotografías de diferentes escenas que hablan por sí solas de
un legado inmenso y rico de nuestros antepasados, como complemento, repetimos,
del libro anterior que habla de su historia propiamente y de la danza de los
Auquines.
XXII
CONGRESO NACIONAL Y XI CONGRESO INERNACIONAL DE FOLKLORE “ROSA ELVIRA FIGUEROA
NÚÑEZ”
Universidad
Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco
Los
Santuarios Religiosos Prehispánicos
de
Matahuasi y la Danza
de los Auquines
Ponencia
sustentada por el CPP. Lope Yupanqui Callegari
Introducción:
El 07 de agosto del 2006, el Instituto
Nacional de Cultura resolvió “Declarar Patrimonio Cultural de la Nación a la “Danza de los
Auquines” de Matahuasi, Yanamuclo y Maravilca” con su respectiva música. Este
reconocimiento ha servido para que personas conocedoras de folklore se
interesen por conocer más acerca de esta danza que, en realidad, tiene muy poca
difusión.
Ubicación
de Matahuasi:
Matahuasi es un distrito de la
provincia de Concepción, departamento de
Junín, ubicado en la margen izquierda del valle del Mantaro, al centro
entre las ciudades de Jauja y Huancayo. A 3200 msnm, dista de Lima 280 Km. de donde se llega
por carretera, ferrocarril y por vía aérea hasta el aeropuerto de Jauja. De
Matahuasi parte el desvío de la Carretera
Central hacia el convento de Ocopa. El pueblo ofrece
excelentes condiciones para hacer turismo, sobre todo el turismo vivencial.
Su suelo está bañado por
tres ríos: el Mantaro, el Achamayo y el río Seco, además de la torrentera de la Lloclla, los manantiales
de San Juan de Yanamuclo y el Hondovado y una laguna. El microclima que posee favorece
la producción en forma natural del níspero, extraño fruto que abunda en plena
sequía del verano serrano, por esta peculiaridad se ha ganado el título de “Villa
de los Nísperos”, y por su actividad agropecuaria es la “Capital Lechera y
Ganadera del Valle del Mantaro”.
En tiempos prehispánicos
Matahuasi se desarrolló en una parte alta, en el cerro de Huamanhuaca, a tres
kilómetros del río Achamayo, donde los españoles fundaron el Matahuasi actual
con el nombre de La Asunción
de Matahuasi. La configuración de las viviendas de piedra y barro de forma
circular, unidas o pegadas unas de otras, que se observan en los restos
arqueológicos existentes habrían dado origen al nombre de Matahuasi. Las ruinas
situadas en el cerro de Huamanhuaca, a una altura de cero a 250 metros sobre el
nivel de las líneas del ferrocarril central, ocupan un área aproximada de un
Km. de largo por 150
metros en promedio de ancho.
Etimología:
El nombre de Matahuasi deriva del
quechua, MATA, que significa unido, junto, pegado; y HUASI, casa. Lo que viene
a ser en castellano Casas Unidas, Pegadas o Juntas, características que se
encuentran en Huamanhuaca, el lugar que ocupó el Matahuasi prehispánico.
Descripción
de los templos religiosos prehispánicos de Matahuasi:
Los cronistas y extirpadores de
idolatrías mencionan a Matahuasi como un centro religioso importante en el área
de Lurinhuanca. Esta es la parcialidad central entre las tres en que dividieron
los Incas al valle del Huancamayo (hoy Mantaro), al norte quedaba la
parcialidad de Hatunxauxa y al sur, Hananhuanca. En el templo más importante
que nosotros creemos que fue Huamanhuaca, es decir, el pueblo de Matahuasi prehispánico,
existía un adoratorio a la divinidad Huanca que era el dios Huallallo
Carhuancho.
Además, existían
santuarios menores dedicados a otras divinidades de la región; estos santuarios
habrían sido Markawillka y Huánchar. El extirpador de idolatrías Santiago de
Albornoz, que recorrió toda esta zona, ubicó las principales Huacas de los
Xauxa-Huancas, entre ellas la
Huaca Zuni que se encuentra en un cerro muy grande, que
podría haberse referido a Huamanhuaca, en
donde existía un templo principal dedicado a Huallallo Carhuancho, como se ha dicho.
Muy cerca, en el área de
Matahuasi, se hallaba Markawillka, el Tambo más importante de la zona, que
también lo mencionan los cronistas, Cieza escribe Maricabilca y Garcilaso,
Marcauilca.
Huamanhuaca .
Se trata de un sitio arqueológico de
aproximadamente un kilómetro de largo de Este a Oeste por 150 metros en promedio
de ancho, ubicado en la cima del cerro del mismo nombre, cuya altitud no pasa
de 250 metros
sobre el nivel de las líneas del ferrocarril central. En el Mapa del Reino
Huanca de Waldemar Espinoza (“Los Huancas, Aliados de la Conquista”, en ANALES
CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DEL
CENTRO DEL PERÚ, p. 42) se observa claramente que Matahuasi está señalado como
centro poblado en el cerro Huamanhuaca, más al norte está Apata, hacia el
sureste Huánchar y hacia el suroeste Markawillka, y en el lugar que actualmente
ocupa Matahuasi está vacío, lo que confirma que el pueblo prehispánico de
Matahuasi se desarrolló en el cerro de Huamanhuaca, el significado del término
Matahuasi sintoniza con su configuración urbanística que aún están visibles en
las pircas de piedra unidas con barro de las viviendas de forma circular
pegadas o unidas unas de otras, hay entre los muros unas columnas especie de
torreones y espacios pequeños y medianos, que habrían tenido sus respectivas
funciones, tal configuración dio origen al nombre de Matahuasi.
HUAMAN significa halcón o
águila y HUACA, sagrado, lo que viene a ser “el altar o templo de los halcones”.
Los españoles fundaron el pueblo actual de Matahuasi en la parte plana, a
orillas del río Achamayo, distante a tres kilómetros hacia el sur, y le
pusieron el nombre de La
Asunción de Matahuasi.
Markawillka
o Maravilca
Situado a dos kilómetros al suroeste
de Huamanhuaca, MARKA, quiere decir lugar o pueblo; WILLKA, sagrado, sinónimo
de Waca, o sea Lugar Sagrado, otro templo religioso prehispánico. Ya hemos
dicho que cuando los Incas sometieron a los Huancas, dividieron la región del
Huancamayu (río de los huancas), Jatunmayu (río grande) o Angoyacu (río Bravo),
hoy llamado Valle del Mantaro, en tres parcialidades: al norte Hatunxauxa, al
centro Lurinhuanca y al sur Hananhuanca. El área de Matahuasi quedaba al
centro, en la saya de Lurinhuanca, cuyo centro principal, según los cronistas
mencionados, era Markawillka, donde había un adoratorio. Aquí construyeron los
Incas un Tambo, el Tambo de Markawillka, y por allí hicieron pasar el Qhapaqñán,
la Red Vial de
los Incas, Camino principal que corría por la sierra desde el Cusco hasta
Quito, por esta zona paralelamente al río Huancamayu. Aquí, precisamente en
este Tambo, en una ocasión, el curaca Apo Manco Guacrapaucar demostró
sabiamente ante los ojos del cronista Pedro Cieza de León, con el uso del
quipu, la relación completa de guerreros, productos y demás bienes dados a
Francisco Pizarro desde 1532, apoyo con el cual lograron la caída del Tawantinsuyo. Waldemar
Espinoza cita la narración que este cronista hace del siguiente modo: “Yo
estaba incrédulo de esta cuenta, y aunque lo oía afirmar y tratar, tenía lo más
dello por fábula; y estando en la provincia de Xauxa, en lo que llaman
Marcavillca, rogué al señor Guacarapora (sic)
que me hiciese entender la cuenta dicha de tal manera que yo me satisficiese a
mi mismo, para estar cierto que era fiel y verdadera. Y luego mandó a sus
criados que fuesen por los quipos, y como este señor sea de buen entendimiento
y razón para ser indio, con mucho reposo satisfizo a mi demanda. Y me dijo, que
para que mejor lo entendiese, que notase que todo lo que por su parte había
dado a los españoles desde que entró el gobernador don Francisco Pizarro en el
valle, estaba allí sin faltar nada. Y así vi la cuenta del oro, plata, ropa que
habían dado, con todo el maíz, ganado y otras cosas, que en verdad yo quedé
espantado dello.” (Ob. Cit., p 32). Los españoles pronunciaron Maravilca y así
se quedó hasta ahora.
Huánchar
Huánchar es el tercer santuario
religioso prehispánico de esta zona, ubicado a sólo dos y medio kilómetros al
Este del actual Matahuasi, hizo noticia hace algunos años cuando “Una comisión
del Instituto Nacional de Cultura, filial de Junín, dirigida por el arqueólogo
David Motta Pérez, anunció el descubrimiento de una ciudadela en el anexo de
Huánchar”, según dio cuenta el diario “El Comercio” de Lima, del 20 de abril de
1992. “Se trata de una ciudadela prehispánica de un kilómetro de largo por 400 metros de ancho, con
un centenar de construcciones de corte circular y cuadrangular,
correspondientes al máximo apogeo de los wankas”.
“Según declaró el
arqueólogo David Motta Pérez, el patrón urbanístico de la ciudadela se ubica en
un lecho morrénico (montón de piedras) al este de la población de Huánchar. Las
construcciones son cuadrangulares y circulares y el patrón arquitectónico es el
mismo que tuvieron los huancas, entre 1100 y 1400 de nuestra era, denominado
“máximo apogeo”, época en que se sistematizó la sociedad de los wankas en la
hoya hidrográfica del río Mantaro, lo más admirable, dice David Motta, es la
dimensión de una estructura de planta circular, cuyo diámetro mide ocho metros,
que debió tener funciones de defensa y control”.
El nombre de Huánchar proviene del
vocablo WANCHASH, que en el idioma huanca significa “variedad de batracio”. Probablemente
por entonces abundaba en esta zona el batracio sapo.
Vinculación
de los templos religiosos prehispánicos de Matahuasi con la danza de los
Auquines:
Como en toda ceremonia religiosa en el
período prehispánico, como también sucede ahora, existían danzas y bailes sagrados.
Nosotros planteamos que la danza de los Auquines o al Auquín, que era un ser
sagrado, estaba vinculada a las ceremonias sagradas que se realizaban en los
templos prehispánicos mencionados.
Estamos investigando en
el Archivo Arzobispal de Lima la documentación sobre parroquias y doctrinas de
indios y la vida eclesiástica del Perú colonial para encontrar más luces sobre
el asunto.
Breve
descripción de la danza de los Auquines
Esta danza tiene un origen milenario, probablemente
apareció junto con las ceremonias religiosas prehispánicas, representando el
modus vivendi de aquellas poblaciones primitivas y nómades que vivían de la
caza, la pesca y la recolección de frutos, y como una forma de expresar su
alegría después de una buena jornada de caza o, quizás, luego del éxito frente
a un eventual enemigo, que podría ser una tribu vecina. Por entonces, la
convivencia de los hombres era endogámica, es decir, las relaciones sexuales se
practicaban entre miembros de la misma tribu o étnia y se imponía el matriarcado.
Después vendría el intercambio entre vecinos mediante el trueque y la exogamia,
condiciones necesarias para el desarrollo.
El nombre de Auquines deriva
del quechua AUKI, que significa Infante, título que se daba a los príncipes de
la casa real durante su juventud. También se daba este título a los cerros o
nevados de menor importancia, después de los Apus. Los danzantes eran, por lo
tanto, jóvenes escogidos por su juventud y aptitud para la guerra, la caza y
toda acción que requiriese habilidades especiales. Después de los ritos
religiosos estos jóvenes estaban preparados para afrontar toda clase de
peligros, incluso para la guerra entre tribus vecinas, por eso se la considera
danza guerrera y de caza, y en sus horas de descanso expresaban su alegría
danzando al compás del pito y la tinya.
Hasta ahora se sabe que
esta danza se baila sólo en el pueblo de Matahuasi y sus anexos de Yanamuclo y Maravilca,
ubicados a orillas del río Grande o Wankamayu, hoy Mantaro. Yanamuclo es
actualmente un centro poblado y Maravilca es el nombre de Markawillka
simplificado por los españoles.
Por esos lejanos años las
tribus de la región Huanca vivían en medio de continuas guerras; en Matahuasi,
entonces, los Auquines para ir a la guerra y defender a su etnia se vestían de
viejos para aparentar y así engañar a sus rivales, vestirse de awquish o
auquines y de chakuarsh o chacuanas era un ardid, porque todos eran jóvenes
varones.
La
vestimenta:
Los
Auquines llevan
en la cabeza un virrete y un objeto de paja en forma cónica que termina en un
mechón, útil para la caza en lagunas y matorrales.
Una máscara de piel de llama o carnero
con lana y narices largas dando la apariencia de viejos, para engañar, porque
lo de viejo es un ardid..
En la espalda llevan unos pellejos que
les cuelgan hasta las rodillas, para dar la impresión de ser temibles
carnívoros, pero también les servían para dormir.
Usan camisas de lana blanca con mangas
tejidas de lana multicolores.
Pantalones cortos o watrilas de bayeta
de color negro, con medias de lana de color blanco y llanquis con abundante
lana.
En las manos llevan el liwi y el
contorneado palo, lloque o rejón, armas de ataque y defensa de nuestros
antepasados.
Por último, cada auquín es un museo
andante, porque cargan aves y animales disecados, simulando llevar el producto
de la caza.
Las
Chacuanas usan
en la cabeza sombrero o chuco de lana de color oscuro adornado con hierbas y
flores.
Máscaras de cuero también con narices
largas deformando la cara.
El cuerpo cubierto por un cotón de
bayeta negra con faja y mangas tejidas de lana multicolores.
En la espalda llevan una manta
pullucata y en los pies ojotas o llanquis.
Y en las manos llevan la puchca,
simbolizando la tarea femenina del hilado.
Una de las chacuanas carga un kipe con
el fiambre o shacteo.
Todos los ejecutantes, auquines y
chacuanas, son varones jóvenes, porque la danza por ser belicosa requiere de
mucha agilidad y destrezas.
La
coreografía
Antiguamente la representación era con
una sola chacuana y varios auquines, en la actualidad la danza se ejecuta
formando varias parejas, al compás del pito y la tinya, instrumentos nativos.
Los principales pasos son los siguientes:
La entrada, es el paso que
emplean para trasladarse de un lugar a otro y al inicio de la coreografía,
con movimientos rítmicos dando saltos y cabriolas, haciendo una serie de
escaramuzas.
La pasada de manos, las parejas frente a
frente giran en trono a ellas cogiéndose las manos. Simboliza el momento
en que se encuentran y se saludan.
La peinada, las parejas formando
columnas, al mismo tiempo se cambian de lugar colocándose frente a frente.
Simboliza el momento en que se avisan de lo que sucede en su alrededor,
por la presencia del enemigo o la presa de caza.
La estrella o
cruzada, los
danzantes de los extremos, es decir el primer auquín con la última
chacuana y así sucesivamente, saltando rítmicamente se cruzan y se juntan
al centro del grupo y demuestran sus destrezas. Significa el momento en
que se comunican mediante señas sobre el objetivo que persiguen.
La culebra, la columna de
auquines en zigzag va bordeando una por una a las chacuanas. Es el momento
en que se preparan para decidir lo que van hacer en el siguiente paso.
La montonada, en este paso cambia
el ritmo de la música, es talvez la escena más importante de la
coreografía, en la cual se juntan los danzantes formando un círculo para
tomar las decisiones que convengan al interés común, aquí se produce una
especie de diálogo, cuando una chacuana, personaje que comanda el grupo,
da las órdenes cantando en quechua, y un auquín contesta de igual manera,
aceptando cumplir con la orden. Esta escena parece evocar aquellas
asambleas populares de nuestros antepasados, que todavía se conserva en
las comunidades andinas, en las que practicando la democracia directa y
entre cánticos y bailes acordaban lo que debían hacer por interés y
beneficio comunes.
La fuga o remate, en este momento
cambia el ritmo musical más ágil y movido, es cuando el grupo de danzantes
se desborda en alegría y cada uno salta y brinca demostrando al máximo sus
destrezas, incluso alternan situaciones de júbilo con el público. Las
chacuanas son los personajes más pícaros, quienes al frente de su pareja
hacen quites y piruetas y distintas pruebas de agilidad que los auquines
tienen que imitar, produciendo la admiración y jocosidad del espectador.
Simboliza la manifestación de alegría por el éxito en el cumplimiento de
la orden dada en el paso anterior. La danza por tener carácter belicoso,
imita ciertas actitudes de mofa, contrapunteo y simulacros de caza o
combate pero, sobre todo, es una demostración de agilidad y destrezas.
El saludo, es la manifestación
de respeto entre ellos y con el público. El saludo se hace al ingresar y
al final como despedida.
El shacteo, es el momento del
convite, los danzantes invitan la comida y las bebidas del kipe que carga
una chacuana, haciendo participar de la alegría a todo el pueblo.
La
música:
La música de la danza de los Auquines
es la melodía del pito y la tinya, ambos instrumentos nativos. El pito o pincullo
es un instrumento de viento en forma de tubo con agujeros, especie de flauta
hecha de caña.
La tinya es un instrumento de
percusión como un tambor pequeño o tamboril.
La música que invita a bailar dando
saltos, tiene tres tonadas diferentes o tres cambios de ritmo bien marcados:
1) Durante la entrada
hasta el paso de la culebra.
2) Otro ritmo durante la
montonada.
3) Un ritmo más ágil y
movido para la fuga o remate.
Es importante anotar la singularidad
de los Auquines, que desde épocas tribales bailan al compás del pito y la tinya,
y actualmente siguen danzando con el pito y la tinya, no se ha adulterado,
felizmente.
Explicar esta peculiaridad corresponde
a los especialistas.
Conclusiones:
1.- La danza de los Auquines como
danza ceremonial del santuario religioso prehispánico de Matahuasi nos induce a
pensar que se trataría de la primera expresión coreográfica del hombre andino y
que su representación nos daría a entender la forma en que vivieron los
primeros pobladores de la región de los Wancas y Xauxas.
2.- La energía de los pasos en la
ejecución de la danza demostraría el dominio del hombre sobre la naturaleza y
el triunfo en la guerra.
3.- El uso de la vestimenta como ardid
para aparentar ser viejos explicaría la astucia y sabiduría que encierra la
experiencia de los mayores.
4.- La danza de los Auquines evocaría
también el trabajo comunitario, de cooperación y solidaridad, base del espíritu
colectivista de nuestros antepasados.
Huánuco, 21 de junio del 2012. CPP. Lope Yupanqui
Callegari
Con la asistencia del alcalde
provincial de Concepción, Dr. Jesús Chipana Hurtado, como padrino de la placa
correspondiente, el 10 de junio último, se inauguró el primer piso del nuevo
local del Club Provincial Concepción. El momento era esperado desde el año 2004
en que se demolió la antigua casona para levantar una nuera estructura con
proyección a cuatro pisos. La culminación del primer piso se debe, sin ninguna
duda, al empeño de la presidente de la institución Prof. Lena Castro de Cano,
secundada muy de cerca por las Sras. Adela Santiváñez de Martínez, Thelma
Berríos de Portocarrero, María Soria de Santiváñez y los Srs. Wilfredo Cano
Peralta e Ignacio Mesías Llanos, entre otros.
Padrinos de la bendición
del local fueron además del Dr. Jesús Chipana y esposa, el exalcalde de
Concepción Prof. Jesús Martínez Párraga y Sra. Adela Santiváñez de Martínez, el
Prof. Wilfredo Cano con la Sra. Thelma
de Portocarrero, el Dr. Tito Chuquillanqui Verástegui con la Srta. Alida Orjeda
Túpac Yupanqui y el Sr. Raúl Torpoco y esposa. En esta ceremonia también se
rindió homenaje a la Madre
y Padre concepcioninos 2012, Prof. Rosa Robles de Pando y Prof. César Berríos
Melgar, respectivamente.
Recordemos que la Casa Concepcionina, recién
adquirida, se inauguró el 24 de abril de 1993, en una ceremonia llena de
expectativas, porque al fin los concepcioninos tenían un local propio en la Capital. Padrinos
del inmueble fueron el Gral. Alfonso Lozano Ponce y esposa Mirna Espinoza; del
ambiente “9 de Julio”, el Sr. Juan Gavidia Durand con su esposa Inés Simonetti;
del ambiente “Heroínas Toledo”, el Sr. Emilio Peña Ramos y esposa Yolanda
Marroquín; y del ambiente “8 de Diciembre”, el Dr. Miguel Croce Palacios y su
esposa Ernestina Portocarrero. La cita se vio realzada con la presencia del
alcalde de Lince, Dr. Eduardo Mostajo Turner y su esposa Nelly Vallenas.
La intención de adquirir
un local en Lima nació juntamente con la aparición del Club Provincial
Concepción, pero la fecha en que se decidió fue el 15 de marzo de 1992, cuando
en una asamblea general de concepcioninos se eligió el COMITÉ PRO COMPRA DE LA CASA CONCEPCIONINA, presidida
por la Prof. Leonor
Beoutis Ledesma e integrada por los ciudadanos Gilberto Orjeda Castro,
Francisco Portocarrero, Luciano Privat Gonzales, Emiliano León Porras, Lope
Yupanqui Callegari, Ana Almonacid de López, Tomás Iparraguirre Chávez, Olga
Valladares de Morales, José Antonio Calderón Lozano y Roly Castro Malpica; y se
acordó comprar una casa, contando como base los escasos recursos económicos del
Club Provincial Concepción y de la
Hermandad de la Santísima
Virgen Inmaculada Concepción.
Días después don Luciano
Privat, por iniciativa propia, entregó al comité unos talonarios, eran los
óbolos valorizados en quince dólares cada uno, para ser vendidos y con el
producto comprar el local, que él mismo ya había ubicado. Lo que siguió es una
historia muy linda, llena de vicisitudes, pero lo que resalta es la generosidad
y solidaridad de nuestros paisanos y amigos. La venta de los óbolos, a la par
de la realización de otras actividades, fue un trabajo de hormiga, tocando
puertas, encontrando siempre una respuesta positiva, no siempre claro está pero
eso es irrelevante. Nocha era la líder, como presidente del Comité estaba en
todas, incansable. Y cuando llegó el momento de dar la cuota inicial de CINCO
MIL DOLARES, alguien dijo, “y si lo perdemos”, entonces el Cmte. Emiliano León
Porras respondió, “si lo perdemos, yo repongo los cinco mil dólares”. Con esa
garantía ya todo fue más fácil. El Club Provincial Concepción, en
reconocimiento al trabajo y desprendimiento de ambos, les otorgó el poder para
firmar las minutas y escrituras de compra venta, a nombre de la institución.
En la segunda parte de la
concurrida ceremonia de inauguración, que desbordaba a la calle, la presidente
del Comité Leonor Beoutis hizo entrega de las llaves y la Escritura Pública
al presidente del Club Provincial Concepción, Dr. Francisco Portocarrero, y
éste, a su vez, entregó simbólicamente dichos instrumentos al presidente del
Club “3 de Marzo”, David Guerrero, quien recibió a nombre de la comunidad concepcionina,
que para el efecto había viajado, con lo cual se daba a entender que la Casa Concepcionina no era de
nadie, en particular, sino de todos los hijos de la provincia de Concepción,
sin discriminación de ninguna especie.
Esta era la compra del 50
por ciento del bien. La totalidad del inmueble se terminó de adquirir durante
la gestión del Prof. Gilberto Orjeda Castro, otro dirigente importante, en cuyo
período se realizaron alegres reinados de belleza, haciendo participar a muchas
familias, apuntando siempre a la cancelación de la deuda. Pero el personaje decisivo
para este logro es, sin duda, Leonor Beoutis, quien al aceptar la presidencia
del comité pro compra de la Casa
Concepcionina aceptó el reto y, ante la duda de muchos que
creían que era “el mismo cuento con el que toda la vida han pedido plata”,
surgió el compromiso de honor de todos los miembros del comité de trabajar por
encima de cualquier instancia hasta cumplir la misión. Y se cumplió. Una placa
donada por el asociado Juan Almonacid Laureano registra los nombres de la
susodicha comisión. Otro nombre que no debemos olvidar es el de nuestra
guapeadora Hilda Almonacid, de cuántos aprietos económicos nos sacó.
La compra de este local
sirvió, además, para unificar a la familia concepcionina, porque hasta entonces
muchos habían perdido ya la esperanza de tener local propio, se recordaba
incluso a una institución cultural de larga data que había caído en desuso. La Casa Concepcionina comenzó de
pronto a ser la sede de las dos instituciones representativas más importantes
de la provincia, el Club Provincial Concepción y la Hermandad de la S. V. I. Concepción, y para
muchos paisanos y amigos, un cálido lugar de reencuentro.
Enhorabuena, pues, que
después de ocho años renazca la Casa Concepcionina en su nueva presentación, de
estructura moderna y fino acabado. Toca ahora a la institución adecuarse a la Ley Nº 29363 de Clubes
Departamentales, Provinciales y Distritales, para que pueda acogerse a los
beneficios que la ley otorga, como la exoneración del impuesto predial y todo
tipo de impuestos creados y por crearse, la facultad de intervenir en el
presupuesto participativo y fiscalización del gobierno de la provincia y sus
distritos; y no sólo eso, sino lo que es más importante apoyar en todo cuanto le
sea posible en la ejecución de los proyectos de desarrollo de la provincia y en
la difusión de los valores culturales,
históricos, turísticos, folklóricos, geográficos, sociales y todo cuanto
beneficie a la provincia.